domingo, 28 de marzo de 2010

LA HUELGA DE NIZAMA, capitulo 06


Y AHORA QUÉ HACEMOS?
(Fragmento)
Una vez en poder del colegio, los cabecillas de la huelga -Martín Nizama, Marco Pastor, Raúl Lamadrid Jiménez, Segundo Gonzales Gamboa, Rodolfo López Montufar y Jorge Vignolo Hidalgo, entre otros- se miraron unos a otros como preguntándose “y ahora qué hacemos?”.
Ellos, al igual que el resto de sus compañeros, no podían creer en el éxito del operativo montado en menos de cuarenta y ocho horas y luego de un prolongado silencio, repuestos de la sorpresa, optaron por organizar piquetes para controlar a sus compañeros
-Los muchachos desataron el vandalismo. El quiosco de doña Juanita fue barrido... También invadieron el internado, así que tuvimos que organizarnos de inmediato. Formamos piquetes para empezar a poner orden y exigir disciplina a los alumnos, quienes, fusiles en mano, subidos en los muros, custodiaban  el perímetro del colegio para impedir el ingreso de extraños al plantel.
El quiosco de doña Juanita era el centro de reunión de los sanmiguelinos, una vez que llegaba el recreo. Vendía de todo, pero su fuerte eran las papas rellenas de gran tamaño. También los alumnos se las ingeniaban para adquirir, en las inmediaciones del colegio, las pasteles de carne que ofrecía, en su triciclo, el “ricotón”  Néstor Palacios y muchos más compraban el pan de cada día a Emilio Sánchez, alimento que, casi siempre, era acompañado con un exquisito refresco de Quelén.
La noticia de la toma de la Gran Unidad Escolar “San Miguel” por los alumnos de la sección diurna, corrió como reguero de pólvora y lo primero que hizo la policía fue rodear el plantel, ubicando sus efectivos y vehículos en lugares estratégicos.
-Las amenazas por teléfono no se hicieron esperar. Nos asustaban diciendo que, como las garantías constitucionales estaban suspendidas, la policía y el ejército iban a entrar a sacarnos, pero nada nos intimidó. Estábamos decididos a todo... Llegaron el prefecto accidental Hernán Seminario Arbulú y el diputado Alejandro Alberdi, pero decidimos no recibirlos.

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